Me encantan las ferias y los mercados. Cada vez que viajo me preocupo en averiguar todos  los detalles de dias y horarios para asegurarme un dia divertido. Las compras son anegdoticas y no es en mi caso, el motivo de mi paseo, bueno en realidad no el único! Las ferias nos encuentran con el verdadero pulso de un lugar, con sus hábitos, con los colores de los productos de estación, con los aromas de los puestos ambulantes que se perciben a la distancia y con el bullicio típico de gente comprando, pelendo precios y en este caso, además, buscando la legendaria puerta azul que catapultó a este simpático vecindario hace ya unos cuantos años. Cada vez que vengo lo visito, me sorprendo, miro, huelo, toco, pregunto y hablo con los vendedores; revuelvo, me pruebo y me divierto como un niño. Es una experiencia que me motiva a seguir volviendo cada vez que vengo.


Rincon de Francia fue una experiencia diferente. Salimos temprano para evitar el tráfico  matutino y disfrutar desde el primer momento. El viaje a Young, donde me esperaban 70 mujeres me tenia con muchas expectativas. 
La primer bienvenida nos la dio un glicina en flor color lavanda que se extendia a lo largo de la entrada. Su color y su perfume se desplegaba como una brisa.
El recibimiento fue de los más  calidos y sentidos que vivi en mi vida. Todas me esperaban y nos saludamos con besos y abrazos como si nos conocieramos de toda la vida. 
Que entusiasmo que habia! Y cuanto nerviosismo con los preparativos! 
Conocer a sus dueños Maureen y Oscar y a parte de su gran familia fue una caricia al alma, todos de una sensibilidad exquisita. 
Me di el gusto de almorzar y dormirme una siesta antes de mi exposicion y fue un gusto que hacia tiempo no me daba. Ahora estaba lista y como nueva para la charla! Cuantas mujeres, cuanto interes y cuanto respeto!  Me senti tan a gusto que m hubiera seguido hablando por horas. Luego tomamos un delicioso te  con unas pocas hebras de lapsang, tal como a mi me gusta, en vajilla de porcelana con historia. 
Por la noche comimos en familia, disfrutanos de una encantdora sobremesa. Y me fui a dormir con una bolsa de agua caliente en los pies. El merecido descanso duro poco porque en la mitad de la noche me desperté de tanto silencio... Y asi permneci, disfrutando de ese vacio absoluto que hacia tiempo no escuchaba.
Al dia siguiente partimos bien temprano, despues de un desayuno con pan de campo, miel y manteca casera pero ademas,  con muchas sensaciones a flor de piel: la calidad y la calidez de sus anfitriones, sus atenciones, su sensibilidad por las cosas esenciales de la vida, los aromas de la naturaleza, el atardecer en el campo, los ruidos del silencio y el sabroso momento que pasamos y compartimos.
Sin duda, fue un viaje al interior. Al interior del pais, pero por sobre todo, al interior de mi alma y de mis pensmientos que siempre necesitan sosiego y una recrga de energia para encarar los meses mas movidos del año.
Gracias Young! Estas son las cosas que mas valoro y disfruto de mi trabajo!



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